miércoles, 2 de septiembre de 2009

Septiembre

Ha llegado el 1 de Septiembre, y ha llegado plagado de... bueno, como siempre, como todo... Simplemente ha llegado ¿no? El 1, el 2, el 3... todos. La rutina, la vuelta al cole (en el Corte Inglés), y bueno, la nube negra que todo lo asola, las dudas, los miedos, la mierda...
Todo ha vuelto, el porqué no se puede quedar todo en sus buenos momentos no lo entiendo. El porqué no aprendo de muchos de mis errores tampoco. ¿Acaso ya no caben más aprendizajes? ¿Acaso estoy condenado a destrozarme el pié siempre con las mismas piedras que ni siquiera se erosionan? ¿Alguna vez tendré el valor que necesito para dañar por fin mi cerebro y ser estupidamente feliz como el resto de la humanidad?
Preguntas, como siempre, sin respuesta. ¿Me pasa algo? No, nada anormal, soy así. Imbécil, gilipollas, masoquista, estúpido y demasiado infantil y traumatizado. Aficionado a soñar con utopías que, como su propio nombre indica, nunca se darán. Supongo que algún orden cósmico dictamina que debe ser así. ¿Quién sabe? Hay veces que pienso que debí de ser Hitler, o Atila, o Judas o algún personaje muy malvado de la historia y la justicia kármica si que funciona.
Siempre había pensado que no le pedía mucho a la vida, nunca quise ser rico, ni famoso, ni reconocido, ni siquiera ser constantemente feliz o perfectamente sano.
Me gustaría una señal que me dijera cómo puedo cambiar, aunque sea lo único que tengo, mi forma de pensar. Soy demasiado desquiciante, al menos para mi mismo.
A día de hoy creo que ni siquiera se lo que quiero. Mi vida se derrumba poco a poco y no puedo hacer más que ver cómo ocurre, como quién ve como desaparece en un terremoto la casa donde ha vivido durante toda su vida.
A día de hoy ni siquiera el lanzamiento de 2 videojuegos que esperaba con cierta ansia despierta el más mínimo interés en mi vida. ¿En qué momento me desvié del camino? ¿A cuantas personas he llegado a afectar negativamente? Probablemente deberían encerrarme en aislamiento como a una sustancia peligrosa.
Se acerca el temido momento de volver a coger el timón y marcar un nuevo rumbo. Pero sin mapas, ni formas de orientarse y rodeado de mar que va devorando el barco poco a poco parece que la única opción sensata es lanzarse por la borda y dejar que los tiburones acaben con el sufrimiento.
¿Qué necesito, qué quiero, qué debo hacer? Necesito respuestas y se acaba el tiempo para conseguirlas. Mientras tanto supongo que seguiré sumido en mi propia "maldad" pudriendome cada vez más...

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