Un nuevo día que me ha tocado levantarme, muy a mi pesar. Porque ya no es que no pueda levantarme que esté cansado o enfermo. Ya no. Ya hemos llegado al punto en que no quiero levantarme, no me apetece.
Y seguimos bajando... descendemos en un abismo del que no se atisba el final. La evolución nos lleva cada vez más abajo, cada vez más profundo. Y cada vez cuesta más levantarse. Porque ya muy pocos sentidos hay que usar de excusa.
Pero aún así sigo levantándome, despertando día a día y esperando que verdaderamente, cada día que pase sea uno menos que haya que pasar. Amanece y repito la misma rutina, ya automática. Hay veces que ni siquiera me doy cuenta que la realizo, me veo ya sumergido en ella cuando llevamos algún tiempo...
Supongo que esta es otra de esas encrucijadas de indecisión, en las que habría que elegir caminos, y lo más importante, seguirlos, pero que no hay nada que verdaderamente me haga seguir nada de lo que emprenda.
Demasiado lejos del final del camino como para elegir su variante más corta. Demasiado... llámalo como quiera, para tomar un atajo. Hay que seguir... hay que tirar... supongo que algún día tendré la razón que necesito, hasta entonces... seguiré sin tomar decisiones incapaz de elegir ni siquiera algo tan absurdo como si usar o no un framework en mi proyecto de fin de carrera.
¿De verdad tengo fuerza de voluntad para cualquier cosa? ¿o simplemente es que soy vago?
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