¿Cómo mantenerme en mi sitio una hora más? ¿Cómo aguantar aquí sentado cuando lo único que podría hacer ahora mismo es largarme lo más lejos que pudiera?
¿Cómo mantener la concentración para poder hacer algo minimamente productivo si cada ruido, cada sonido, cada sílaba, destruye cada uno de los hilos de mi cordura?
Ahora mismo no estoy aquí, no estoy delante de un ordenador rodeado de personas y herramientas con las que podría autolesionarme o lesionar a otros. Ahora mismo estoy bañado en sangre, propia y ajena, densa, muy muy densa. Sangre que gotea de cada una de mis extremidades.
Dulce sangre que empieza a tornar su rojiza tonalidad por el negro de la muerte. Más oscura cada segundo que me obligo a pasar en esta prisión, hasta convertirse en un manto de sombra y tinieblas. Un manto de oscuridad para un alma aún más oscura, aún más profunda, aún más fría.
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