Es curioso cómo funciona el otoño. Lo más reconocible que tiene es el color que produce en las hojas de los árboles la senescencia a la que se ven sometidas para que el árbol en si mismo pueda soportar el duro invierno. Es un color del que siempre se habla y se hace casi siempre con alabanzas, pero lo cierto es que es muy complicado captar los bellos matices de esta estación.
Las hojas solo se tiñen de mil colores uno o dos días que, por supuesto, varían cada año ya que este proceso depende del clima y éste no es muy predecible que digamos.
Hoy os traigo unas fotos que hice el otro día camino del trabajo. No las iba buscando, ni me preocupaba el color de las hojas precisamente, pero me gustó la vista que me encontré y pensé en compartirla con vosotros.
Aquí os dejo también una foto de fechas similares a estas pero de hace dos años y hecha muy lejos de la capital charra. Se trata de una instantánea del parque de Ueno, en Tokyo. También estaba preciosa aquella estampa otoñal.