Ayer me encontré un vídeo navegando por internet, no se realmente dónde, la cosa es que me llamó la atención y lo vi entero. Tiene ya 20 años (o casi), es de 1992. Es una niña que dió una lección a los dirigentes del mundo, dando, probablemente, el mejor discurso que se ha dado nunca en las Naciones Unidas.
Habla de sueños y pesadillas, el sueño que tiene de un mundo mejor, un mundo más humano, más equitativo y menos egoista, y las pesadillas que le produce pensar en un futuro horrible, que le hace llorar por lo negro que puede ser.
Y ahora tenemos un problema, porque lejos de habernos acercado al sueño de la niña, lo que hemos hecho es que sus pesadillas hace tiempo que dejaron de ser tan horribles como lo que estamos haciendo en la actualidad. Ya no es que los hijos de esa niña vayan a nacer en un mundo con pocas posibilidades de mejorar, es que directamente no habrá mundo en el que nacer.
Es muy triste pensar que una niña de 13 años tenía más dedos de frente que todos los dirigentes mundiales, y digo todos faltando a la verdad porque pocos tuvieron la decencia de quedarse a escucharla, y los que lo hicieron tuvieron la desfachatez de aplaudirla al terminar y luego pasarse sus palabras por el forro de los cojones.
¿De verdad nos tenemos que creer que estamos abocados al desastre? ¿Acaso no somos la misma especia que ha conquistado el espacio, que ha desentrañado los misterios del origen del universo o que ha sometido a la mismisima naturaleza a su santa voluntad? ¿No somos tan inteligentes y tan poderosos?
Esta claro que la solución no es sencilla, está claro que la solución no es cómoda a corto plazo, ni siquiera puede parecer lo mejor para nosotros, pero repitiendo viejos patrones y parcheando viejas instituciones, por pura corrupción por el poder, no vamos a arreglar nada, y lo malo es que ya no hablamos solo de arreglar, hablamos de no seguir cayendo en nuestra propia destrucción.
No quiero daros yo un discurso, pero si me gustaría que escucharáis a Severn, que hace 20 años tenía un sueño, que hoy se ha convertido en pesadilla.
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