Un buen comienzo para otro mal día

Puedo decir, sin ningún temor a equivocarme, que hoy seguía mi racha de mala suerte. Incluso ha sido un día que podría considerar especialmente malo dentro de los que llevo ultimamente. No me ha salido nada, absolutamente nada, de lo que he intentado, bien. Y aún así llego aquí con el ánimo razonablemente alto.

Y es que esta es la diferencia entre empezar el día contento y bien, y empezarlo ya de primera mañana con la pata metida. Hoy mi día empezó con el ojo cuántico haciendo de las suyas al 100% y a lo largo del día se ha demostrado que su idea era la malicia. Incluso ahora, muchas horas después de su primera actuación, sigue tocando los cojones.

Pero no, me niego a enturbiar un bonito encuento matutino, una charla sencilla, sin ninguna carga académica, pero para mi mucha carga moral, por los designios malvados de un interior que me odia. Hoy no.

Mañana ya lo veré todo mucho más racional, frio y estéril. Me sentiré mucho más estúpido porque haber disfrutado de unas palabras que supongo que en el fondo no van a ningún lado. Y de haber pensado, durante unos segundos que podía llegar a ser importante para el corazón de alguien.

Pero, aunque ahora ya tenga motivos y haya pasado el tiempo suficiente como para racionalizarlo todo. Y aunque se haya enfriado mucho la alegría por ciertas informaciones de la tarde, hoy me niego a destrozarlo. Mis sueños me pertenecen y quiero exprimir hasta la última gota de esta naranja matutina, ya que no se cuándo podré volver a fabricar este dulce nectar que me ha regalado.