Si sois seguidores habituales del blog habréis visto que gran parte de su contenido está centrado en videojuegos. Si, por contra, es la primera vez que aparecéis por aquí, tampoco os será muy dificil daros cuenta de este hecho. Y esto es así porque yo soy un enamorado de esta forma de entretenimiento.
Hoy quiero romper una lanza (pequeñita) en favor de mi ocio preferido, porque creo que la sociedad, en general, es muy injusta con todo lo que tiene que ver con este mundillo.
Siempre se han visto los videojuegos como una pérdida de tiempo, como algo que te come el seso y te hace tirar miles de horas de tu tiempo, para nada. Y esto en el mejor de casos, porque normalmente se les tacha de volver agresiva a la gente, de ser el origen de matanzas e incluso de todos los males actuales de la humanidad.
¿Es esto cierto? ¿Son los videojuegos un arma del mal para dominarnos a todos y atarnos a las tinieblas? ¿O no son más que la forma más completa, contemporánea e interactiva de cultura y arte?
Algún día diseccionaré aquí el porqué creo que los videojuegos son la siguiente de las artes, pero hoy quiero hablar de su utilidad más allá de la diversión.
En contra de lo que se piensa, cada vez es más verídico que los videojuegos son muy útiles para nuestra formación como personas o como profesionales en algún campo específico. Una de las mejores formas de las que el ser humano aprende es jugando, sometiendo a su cerebro y al resto de su cuerpo a retos, de una forma lúdica, pero que sirven de entrenamiento y práctica.
Bien conocidos son los ejemplos en campos específicos, como los cirujanos que mejoran su habilidad mediante videojuegos de precisión y que les permiten tener un mejor pulso y maña a la hora de operar. O los simuladores de aviación o conducción que permiten a los pilotos someterse a situaciones de todo tipo y así estar preparados para ellas.
Pero no solo de una manera tan específica pueden ayudarnos. Los videojuegos nos plantean problemas y nos hacen buscar las correspondientes soluciones. Nos hacen ser creativos y desarrollar la estrategia. Aprender a analizar las situaciones para estar preparado ante imprevistos. Nos dotan de un mecanismo de recompensa, ya sea en forma de historia o simplemente mediante una tabla de puntuaciones que podemos batir.
Nos ayudan a darnos cuenta de que podemos superar nuestros propios límites y lo bien que nos podemos sentir cuando lo conseguirmos. Cuando nos pasamos esa pantalla que nos ha tenido atrapados varios días y que ya dábamos por imposible, nos damos cuenta de que hemos mejorado, de que con práctica y esfuerzo podemos acometer pruebas de mayor dificultad.
También nos permiten aprender datos de una forma pasiva, así como conocer actividades que, estudiándolas de la "manera tradicional" no nos habrían estimulado y no nos motivarían a conocerlas. Qué recuerdos más gratos tengo de mis tardes jugando al Caesar III o al Señor del Olimpo Zeus, juegos con los que descubrí lo interesante que puede ser la cultura romana o la griega. Además me hacían desarrollar planes de crecimiento de las ciudades y otro tipo de estrategias.
Si ahora la Comisión Europea quiere hacer del ajedrez una asignatura obligatoria en los planes de estudios de los colegios, porque desarrolla la vertiente estratégica del cerebro, ¿por qué no incluir los videojuegos para la enseñanza y motivación de los alumnos de "mañana"? A lo mejor nos sorprendíamos con los resultados.
Y ahora os dejo con la tercera parte del documental "The Gamer Inside" que habla precisamente de esto. Os recomiendo las 2 partes anteriores y que estéis atentos a las actualizaciones del mismo, a mi, personalmente, me está gustando mucho cada episodio (aunque se hace bastante corto, la verdad xD):
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