Esta noche, como todas las noches de sábado de Julio y Agosto, ha habido música en directo en San Esteban, en Salamanca. Años atrás todas las noches estaban destinadas al Jazz, pero hace ya un par de ellos que traen otros géneros o incluso otro tipo de eventos. Con ello ha perdido bastante calidad, al menos bajo mi punto de vista, pero bueno, eso es otra historia.
Yo soy un fiel seguidor de estos ciclos y suelo bajar todas las noches. Ahora, con los nuevos géneros, no me quedo si no me gustan, como es el caso del flamenco o los vídeos de la posguerra, pero al menos bajar a ver qué tal es si que bajo. Hoy en concreto tocaba Folk belga y no ha estado mal, yo lo esperaba más bien irlandés pero al menos ha habido alguna pieza bastante celta.
La cosa es que estaba yo allí tan tranquilo, escuchando la música, viendo pasar a la gente, algunos de ellos ya conocidos y ¿cómo estaba destinada a terminar una semana tan "maravillosa" como esta? Pues con una bofetada cuántica, está claro.
Hay que reconocer que el Ojo Cuántico me debía una, después de haberle retado de una manera tan clara hace algunas semanas pero ¿algo como lo de hoy? Igual ha sido demasiado cruel. Tan cerca, tan claro, tan igual en todos los aspectos de la palabra... y hasta cierto punto tan doloroso. Comprobar de una manera tan radical la distinta importancia que tiene para dos universos el chocar a lo largo de su existencia... Hasta el punto de no representar... nada, absolutamente nada. Supongo que siempre fue mi destino, que mi existencia concreta pase completamente desapercibida para todos, influya o no en sus universos.
En fin, por lo demás os recomiendo que, si no tenéis nada mejor que hacer, os acerquéis a escuchas la música en directo que... amansa a las fieras.
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