Necesidad de escribir, de sinceridad, de check point... de expresión. Están siendo unos meses muy complicados, principalmente en el plano personal-laboral, con el ánimo cada día más y más abajo y la sensación de cansancio, de hartazgo, que ya me persigue allá donde vaya.
Se podría decir que los últimos días las cosas han mejorado lo suficiente como para poder ponerme delante del teclado y esta pantalla en blanco, porque hace unas semanas ni siquiera podía hacerlo.
La soledad, la sensación de soledad tan terrible, de ser ese fantasma que lo único que produce es una ligera, casi inapreciable, brisa. No una soledad sin gente, no, más bien esa otra que se produce cuando hay gente alrededor, cuando tiene la sensación, la certeza, de que a nadie (o casi nadie) le importas una mierda.Y es que, el hecho de que no te afecte lo que piensen los demás no evita que ese muro que, cada día se marca más, no oprima y, en ocasiones, llegue a asfixiar.
En fin, supongo que es hora de dormir, otra semana ha terminado y... ¿a quién le importa?
2 comentarios:
No te voy a decir que te animes porque eso no funciona y lo sabe todo el mundo.
A veces la sensación de ser invisible puede ser muy frustrante y asfixiante, como tú dices, y no creo que todo se pase, pero escribir como te sientes ya es un buen remedio. Hablarlo con alguien también ayuda. Busca a alguien que esté tan zumbado -en el buen sentido- como tú y cuéntale tus penas. Muchas veces la mejor manera de no sentirte tan solo es salir de esa sensación de hablar con una pared. Siempre he pensado que una persona triste no busca que se la escuche, sino que se la entienda, y más en concreto que entiendan como se siente, más allá de la importancia de sus problemas.
PS. Si ves que tu bajo ánimo es muy grave o que se extiende mucho en el tiempo, y si no eres demasiado reacio a la medicina natural, puedes probar con el hipérico a ver si ayuda
Podríamos decir, para no ofender a nadie, que vivimos en un mundo demasiado egoísta como para que sea sencillo encontrar a alguien que, simplemente, escuche tus mierdas. Pero que las escuche de verdad. Pero bueno, eso es una característica intrínseca al ser humano, no vamos a cambiarlo a estas alturas.
De hecho, en muchos casos, por desgracia, termina siendo mejor opción callar que hablar con alguien y terminar observando como no llegan a entender ni una centésima parte de ti mismo.
En fin, siempre nos quedarán los libros...
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