domingo, 19 de octubre de 2014

Cartas

Empecé este blog como algo personal y, en cierto modo, privado. Si, se lo ridículo que puede sonar lo de "privado" en internet, pero no me refiero a la privacidad de que exista un circulo muy reducido que sepa de su existencia o los que lo tengan en consideración. No, más bien de la privacidad que se obtiene cuando algo queda oculto a plena vista y con el desahogo de que alguien, en alguna parte, te "escuche".
Durante algún tiempo esto fue suficiente. De hecho el dejar ciertas cosas veladas, simplemente sugeridas, son sus dimensiones superiores, segundas e incluso terceras intenciones suponía un pequeño e interesante reto. Muchas veces grandes partes de mis pensamientos quedaron plasmadas en el ciberespacio para todo aquel que tuviera un mínimo de interés. Y durante un tiempo, fue suficiente.
Pero ahora mismo hay cosas que no se pueden velar o de las cuales, simplemente no quiero dejar expuestas a todo el mundo. Son ciertas conversaciones, monólogos más bien, o comentarios que me queman dentro y que tendría que soltarles a las personas a quienes van dirigidos. Pero el mundo no es así, no se pueden soltar las "verdades" a la cara de la gente, en este mundo es imposible hablar con total franqueza, con lo que uno piensa en su forma más fría y cruda. Claro que yo tampoco puedo seguir acumulando cosas, porque... porque ya no puedo más.
Es por ello que hace un tiempo se me ocurrió dejar estos pensamientos escritos en cartas dirigidas a sus destinatarios. Muy probablemente éstos no lleguen, ni siquiera, a saber nunca de su existencia. Puede que incluso sean destruidas nada más terminarse, pero al menos no permanecerán alimentando ese lodo del que proceden y que cada día que pasa es más denso.

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