Hoy teníamos que haber asistido a la definitiva eliminación del medallón de Franco de la plaza mayor de Salamanca pero, por desgracia (o por lo que sea) al alcalde no le ha dado la gana dar la orden definitiva que le exige la justicia tras muchos años de lucha.
Y es que no solo es porque el medallón sea feo de narices, que lo es. Ni que nos cueste mucho dinero en mantenimiento porque es el único que hay que estar limpiando cada poco. Es que no merece estar en una de las primeras, si no la primera, plazas donde sus tropas derramaron sangre inocente. No merece mantenerse el primer símbolo que se mandó erigir a si mismo.
No es revanchismo, es justicia. De la misma forma que no hay homenajes a Hitler en Alemania, no debemos tenerlos aquí, por respeto a los represaliados y a sus familias.
Hoy debíamos de haberlo eliminado y al final hemos tenido que reivindicar una vez más. Pero ya está más cerca el día en que ese busto desaparezca de nuestra plaza y deje sitio a otras personas que lo merezcan mucho más que él. Algún día los hijos de la "cruzada nacional" empezarán a acatar las leyes y las sentencias.
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