Hoy ha sido un día muy largo y de muchas visitas, han parecido dos días, pero así es como estaba planificado. Se preparó de forma que nos diese tiempo, por la mañana, a ver algo de Kobe, comer allí y volver a Osaka para visitar la ciudad, y así es como lo hicimos. Desayunamos y nos marchamos a buena hora. Camino a la estación se puede apreciar el observatorio al que fuimos ayer, cuyo edificio es espectacular, como podéis ver.
Cogimos el tren que nos dejaría en Kobe tras media hora de viaje y cuando llegamos nos encaminamos al que, tras un rápido cambio de planes, se convirtió en nuestro siguiente objetivo, el templo de Ikuta Shrine. Uno de los tres templos más antiguos de Japón. Allí nos encomendamos a sus deidades y pasamos bastante tiempo meditando en su bosquecillo. Además de hacernos la foto de rigor, claro, pero esa ya fue publicada en otro lugar y no soy muy dado a repetir.
Es un templo que es frecuentemente utilizado en celebraciones japonesas, incluso acoge un festival anual de bodas. Hoy no podía ser diferente y tuvimos la suerte de presenciar una celebración doble con bautizo y boda.
A continuación comenzamos nuestro peregrinaje en busca de la ansiada carne de wagyu de Kobe. No fue sencillo ya que todo estaba hasta arriba de reservas y cometimos el afortunado error de no reservar. Digo afortunado porque al final dimos con un restaurante, de la avenida principal, auténtico de allí. Con auténtico quiero decir que no era una trampa de turistas ávidos de Trip Advisor.
Nos pusieron un menú completo, con una sopa muy similar a una castellana, hecha con los recortes de la carne, una ensalada, los típicos encurtidos y demás acompañamientos y la carne con patatas. La comida fue deliciosa, disfrutamos del espectáculo del chef preparando la carne y todo por un precio mucho más razonable que en el de Spiderman xD. Ahora, no os engañéis, la carne de Kobe es cara, eso no lo suaviza nadie, la cosa es cómo queda dentro de la gradación de "caro". Una de esas experiencias inolvidables.
Tras comer decidimos renunciar a la otra zona que habíamos decidido visitar en Kobe, el puerto, ya que se nos había hecho bastante tarde y queríamos llegar a Nipponbashi con tiempo para callejear un poco.
Como valoración general Kobe no me disgustó en absoluto, de hecho me hubiese gustado visitarlo con un poco más de detenimiento, porque no era, para nada, como me lo esperaba, pero el tiempo en este tipo de viajes es el que es y había que seguir.
Lo dicho, nos encaminamos al tren, de vuelta a Osaka, repostar un momento en el hotel para rellenar las carteras, al fin y al cabo íbamos al Akiba de Johto y otra vez en tren hasta Nipponbashi. Nipponbashi es el barrio tecnológico de Osaka, consiste en una calle principal y muchas callejuelas llenas de tiendas de videojuegos, figuras y demás cosas frikis. Es la Akihabara de esta región del país. Prometía mucho.
En este punto nos separamos en varios grupos para recorrer el barrio a nuestro aire el tiempo que nos dimos para ello. Aprovechamos para empaparnos un poco de toda esa luminosidad y hacer algunas compras. Lo cierto es que no muchas porque resultó un poco decepcionante, en base a las expectativas, claro.
Reunificamos el grupo al final del barrio a la hora perfecta para acercarnos a cenar a Shinsekai. Shinsekai es uno de los barrios más pintorescos de Osaka, es como un mundo aparte dentro de la ciudad. Está lleno de neones en una estética retrofuturista que recuerda mucho a Blade Runner. Además, cuenta con una gastronomía propia que había que degustar, aunque en pequeñas dosis que aún estábamos llenos del rico Kobe.
Shinsekai comienza con una entrada tipo parque temático y una alta torre, su símbolo, que da la bienvenida a los visitantes. El barrio es básicamente una sucesión de locales de comida con fachadas muy, muy pintorescas, todas distintas y muy bonitas. Además, en cada esquina, te encuentras estatuas del protector del barrio disfrazado de muchas formas distintas.
La gastronomía típica de Shinsekai consiste en pinchitos de muchas cosas distintas con un rebozado razonablemente grueso. Especialmente el de huevos de codorniz japonesa cocidos estaba muy bueno. Otra de esas cosas que había que probar.
Por último, ya cenados, nos dirigimos a nuestro último destino del día, dar un paseo por Tobita Shinchi. Esta no es una actividad nada turística que, en cierto sentido puede ser incluso peligrosa, pero mereció mucho la pena y resultó bastante sorprendente, la verdad. De este barrio, por razones obvias, no tengo fotos, y aunque las tuviera no las subiría. ¿Recomendaría ir? Sí, pero con la mente abierta y siempre pensando que sólo estás de paso, recorrerlo como si estuvieses perdido, y en ningún caso en solitario. Es toda una experiencia pero no para todo el mundo.
Y se acabó, desde allí, con anécdota incluida, nos recogimos al hotel y, como todos los días, ahora toca descansar, que mañana cambiamos de región y nos toca nuestro último traslado.
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