domingo, 28 de abril de 2013

Perder la cabeza

Semana elástica... y yo hablaba hace días de semana elástica... 3 semanas llevo para poder ponerme con este post. Tres semanas que han sido eternas y cortísimas. Un suspiro y una agonía. Y, como siempre en la vida, tres semanas que han producido cambios bruscos dentro de la monotonía aunque al final todo, todo sigue esencialmente igual.
¿Cómo pueden darse tantas situaciones que hipotéticamente son opuestas? Supongo que vienen del mismo lugar que hace nevar en mayo o que produce las situaciones a las que me tengo que enfrentar día tras día.
Y es que me siento en una "sitcom" española con guionistas de escasa calidad, una comedia adolescente de manido guión que de trillado que está ya no hace ni gracia. Es como si, de repente, Resines fuera a despertar, y mis últimos meses no hubieran sido más que un extraño fruto de su subconsciente.
Nunca me han gustado los juegos, porque me gustan las cosas claras y sencillas. Pero si hay que jugar, que al menos sean las mismas reglas para todos. No se puede reiniciar una partida cuando a uno de los "jugadores" se le antoje y menos aún hacer como si nada hubiera pasado, solo para lo que convenga.
Y es que que uno juegue con las cartas descubiertas y el otro las siga cubriendo celosamente, no es justo. No se puede construir un muro de plomo reforzado, campos electromagnético y vacío y esperar que algo lo atraviese porque si bien la gata viva y muerta nos enseñó que no es imposible, también nos demostró que a escala macroscópica es temporalmente inalcanzable.
Muchas veces desearía no ser consciente de lo que soy consciente, no ver dos o tres planos de significado por encima de las cosas. Ser... como los demás. Porque me estoy volviendo loco, estoy perdiendo la poquísima cordura que me quedaba a consta de ver una cosa y su contraria, a consta de premios y castigos siempre velados por el silencio, el pasado y la "complementariedad de las bases".
Puedo aceptar una cosa, deseo su contraría, pero no soy capaz de vivir con ambas simultáneamente. No puedo, no puedo juzgarme constantemente en algo en lo que ni siquiera se cuál es la "respuesta" correcta, el comportamiento esperado. No puedo tener razón en que estoy equivocado...
No quiero perder la cabeza por algo tan... sencillo. Porque las cosas que se que haría si cayera en la locura, sólo serían comprensibles para mi, y el problema es que cada vez cobran más sentido.
No me gusta jugar porque por las buenas, soy muy bueno, tonto incluso (o más bien siempre), pero por las malas no tengo freno, ya que mi freno moral es más bien laxo. Por las malas no soy malo, soy cruel, muy cruel.
Lo que si se que no puedo hacer, jugando o sin jugar, por las buenas o por las malas, con una cosa o con su contraria, es engañarme a mi mismo. Lo he intentado pero ya he desistido, desde el principio sabía que no iba a ser posible. Como ya he dicho puedo aceptar, acatar, respetar, pero no puedo engañarme, dejar de sentir, dejar de pensar. Nuestro interior es algo que nadie puede arrebatarnos, ni siquiera nosotros mismos.

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