Ayer dediqué la tarde a una, o más bien varias tareas que llevaba posponiendo un tiempo. Con el paso de los años los distintos aparatos a los que se les da un uso diario van generando desperfectos que hay que solucionar. La mayoría de la gente sustituye éstos aparatos, sin más, pero a mi no me gusta que no funcionen así que, tras varias semanas con esporádicos momentos de estudio del problema me puse a su reparación.
No habían sido rupturas debidas a mi propio uso, ni siquiera sabía cómo se habían producido, pero siempre me han gustado los puzzles. Y puedo afirmar que ambas reparaciones concluyeron con éxito. Y eso que una de ellas requería una completa resurrección. Pero bueno, estuvo bien lograrlo aun cuando las expectativas eran bajas. De hecho estas suelen ser las mayores sorpresas.
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