Vuelvo con el tema de ayer, vuelvo con Hydria. Y es que hoy, tras un día más que razonablemente productivo, durante el paseo vespertino pasé por allí, para asomarme y ver cómo iban a llevar la liquidación. Al llegar me encontré que la librería estaba llena de gente, una buena cantidad de libros había volado y ya no parecía que la agonía fuese a durar más de un mes.
Así que, con ese panorama, tuve que entrar, al menos si quería una última pieza literaria de sus estanterías. La sensación dentro era de auténtico velatorio. Todo el mundo dando el pésame, muy apenados y preocupados. Y todo el mundo queriendo llevarse su particular recuerdo.
Por mi parte cargué una buena colección, hacía mucho tiempo que no me llamaban, allí, tantos volúmenes la atención. Pero eso si, me trajo amargos recuerdos de cuando cerramos Don Lope, lo que era mi infancia, ahora repetido con las consiguientes etapas de mi vida. Ese momento que te quedas sin palabras ante el finado y su familia, si realmente les aprecias... Al final, una mezcla difícil de explicar entre la tristeza del cierre y la alegría de verla tan llena, de ver que tanta gente lamenta que se vaya, que será recordada con tanto cariño.
Volveremos, hasta que ya podamos entrar.
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