Esta mañana hemos recibido una noticia horrible, después de 38 años en activo la librería Hydria cierra sus puertas. Siempre es una mala noticia que cierre una librería pero, en este caso, yo lo siento más de lo normal. Es mi librería de referencia, durante toda mi infancia, adolescencia y más alla, con la que he crecido. Mi proceso por allí siempre fue atípico porque, aunque iba a Carletes y, durante bastantes años era la que más me surtía de nuevas aventuras, en realidad siempre recalaba por Hydria a hacerle una visita a Suso.
¿Sería quien soy ahora sin que mis estanterías tuviesen los volúmenes que tienen de esa librería? Probablemente no. Casi empecé a ir por allí, asiduamente, antes de que mis padres cerrasen su librería/papelería. ¿Cuántas sagas he leído por recomendación de Isabel? ¿Cuántas veces he ido a preguntar si ya había salido el siguiente libro de mi lista? Visita obligada en la Feria del Libro...
Para ser sincero debo reconocer que de un tiempo a esta parte ya no me sentía igual de agusto allí, siempre me quedará la sensación de que las últimas incorporaciones no tenían el mismo cariño por el oficio, y por los clientes de siempre. Supongo que añadir la sección de discos y cafetería fue una apuesta arriesgada, que a la postre no fue demasiado bien.
Pero eso no son más que tonterías al lado de todo lo que nos han dado Hydria y Carletes a lo largo de todos estos años. Salamanca pierde un trocito de su corazón cultural y literario, como le pasó al perder la Ruiperez y, en menor medida, por el menor tiempo, al perder DTBOS. Curiosamente estos tres lugares se encontraban geográficamente muy cerca.
Yo siempre echaré de menos Hydria. Aún nos quedan unos días para despedirnos, para haber nuestras últimas compras pero está claro que, tras el comunicado, ya no hay vuelta atrás. El fatídico día que cierren sus puertas volveremos a recordarlos por aquí. De momento sólo podemos despedirnos, desearles mucha suerte a todos sus integrantes y mantener el recuerdo de lo que durante mucho tiempo fue...
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