jueves, 24 de abril de 2014

Los sietes de la ¿suerte?

Vaya día... Bueno, realmente ha sido acorde al tiempo, para qué engañarnos. De esos que te hacen preguntarte sobre la utilidad de los días de fiesta entre semana porque para que sean así... En fin. Mañana será otro día, y la verdad es que visto en perspectiva, para alguien externo no lo habría visto tan mal.
Dediqué la mañana a la elaboración del enésimo resumen sobre un paper que si bien es tedioso el redactar lo que ya está escrito en una publicación científica de alto nivel, no es la escritura lo que lo vuelve pesado sino el saber que tus palabras no le interesan a nadie. Porque la verdad es que el artículo era interesante, y recordar la conferencia que escuché de su autor no estuvo mal, el comportamiento de las células es sorprendente, cuanto menos.
No pude avanzar todo lo que me hubiera gustado en los cursos que estoy haciendo (claro que el hecho de realizar la entrega anterior volvió el día productivo ¿no?), ni disfruté especialmente en mi visita a la feria del libro. No se, me resultó todo como demasiado frío aunque supongo que no había nada nada diferente a otros años.
Y en esa visita ocurrió uno de las "anécdotas" desagradables del día, aunque como supongo que os resultará bastante cómica os la contaré. Y es que estando por la calle, bastante lejos de casa, me dí cuenta que llevaba una raja bastante importante en el pantalón, por la zona en que la espalda pierde su nombre. Aún no se cómo ni cuándo se hizo, pero lo cierto es que era enorme y de esa facha me había paseado por toda la Plaza Mayor... Cosas qué pasan, pero os puedo asegurar que no es nada gracioso, aunque muy probablemente no lo haya visto nadie, pero tú si te has enterado...
El resto del día siguió la misma tónica, menos mal que siempre queda la noche, internet, la música y la belleza, que hacen que las penas no lo sean tanto. Al final vamos a tener que sustituir al pan en el famoso refrán.
Espero que vuestro día del libro haya sido mejor. Por lo menos si que pude venirme con mi ejemplar de la primera parte del compendio de cuentos de Asimov, que me traerán bastantes noches de disfrute con ellos. Y ahora voy a continuar acompañando a la pequeña Cloe en su viaje por el mundo de lo atómico, que ya no le quedan muchas cosas que enseñarme.
¡Buenas noches!

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