domingo, 13 de abril de 2014

Machos, tan machos...

Vengo de dar un paseillo por la calle, si, en día de procesiones (por suerte me libré de la "borriquilla" xD) y vengo de bastante mala leche. Por norma general, y por principios no aguanto a los típicos chulopiscina que acostumbran a deleitar a nuestra especie con su arrogante forma de vida, pero hoy uno en particular me ha sacado de mis casillas.
Iba caminando, por la zona de la plazuela de Los Bandos, llegando a la plaza; una zona que, como todos sabréis es peatonal, ahora con el calor aparecen las terrazas y, sobre todo los fines de semana se llena de gente, habitualmente gente mayor que sale de misa. Hoy en concreto se aglomeraba aún más gente porque la procesión pasa por la Plaza y no faltaba mucho para que llegara.
Pues por allí que iba nuestro sujeto. No necesita más descripción que la de su coche y sus formas pero os podéis imaginar cómo era. Coche de gama media, media-alta, brazo por la ventanilla, aires de suficiencia, acompañado de dos... señoritas y con aparente prisa.
Os hacéis una idea de cómo pudo ser la situación. Por supuesto a un sujeto como ese, que necesita reafirmar su hombría delante de sus conquistas, apremiando a las ancianas y paseándose por el centro peatonal de la ciudad, porque de otra forma es bastante poco probable que pudiera "impresionar" ni siquiera a un gusano...
Normalmente a este tipo de individuos ni tan siquiera les dedico mi desprecio pero en este caso, viendo cómo casi se lleva por delante un cochecito de bebé y a otros tantos biandantes no pude por menos que increparle que estaba yendo por calles por las que no podía y que, por lo menos, podía tener la decencia de esperar a poder pasar.
Por supuesto, en la necesidad que estaba de reafirmarse me entró al trapo y a punto estuvo de bajarse del coche porque "él tenía todo el derecho del mundo a pasar por allí dado que iba a su garaje". Sí, amigos, esa es la especie por la que se supone que tratamos de sobrevivir, pero oye, ¿para qué están las normas si no es para saltárselas siempre que tengas que sacar a relucir tus plumas, cual pavo real? Y ni que hablar del respeto, por Dios... eso es para los muertos de hambre. Los machos de verdad tienen derechos...

Sí, me ha tocado mucho los cojones, pero bueno ¿qué más da?

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