viernes, 2 de agosto de 2013

Vértigo al borde del precipicio

Todo se ha terminado precipitando más de lo debido. No... no debía haber tenido esta conversación hasta dentro de unas semanas. Necesitaba tiempo para pensar, para decidir, para encontrarme conmigo mismo. Necesitaba una charla larga con alguien que tuviera buenos consejos, o que al menos... Bueno, no se, supongo que no se qué necesitaba.
Supongo que dentro de unas semanas habría seguido con el mismo lío en la cabeza. El único beneficio habría sido el tener un poco más de control sobre la situación, sobre el momento, sobre el tema. Esta conversación ha sido como demoler unos cuantos metros del acantilado que tengo delante, haciendo que mis pies toquen el borde. Puede que incluso lo que haya caído haya sido lo que había a mi espalda dejándome en una situación complicada.
Cualquier persona desearía tener una charla como la que he tenido yo hoy. Cualquier persona... no tendría dudas, aprovecharía sin pensarlo dos veces, la oportunidad que se me presenta. Cualquiera se habría sentido inmensamente alagado. Y en parte es así, mi parte racional es así.
Pero hay una parte de mi que no atiende a razones, y que sólo puede pensar en una cosa. Si esa cosa no hubiera tenido la importancia que ha tenido en hacerme quién soy... 
Todo se ha acelerado y yo solo siento vértigo. No quiero decepcionar a nadie ni siquiera a mi mismo, pero no quiero atarme a un espinoso rosal. ¿De verdad merezco todo esto? ¿Seré capaz de cumplir las expectativas? ¿Soy realmente tan ingenuo que aún creo que recibiré alguna señal divina que me marque el camino?

No hay comentarios: