Campaña electoral, ese precioso momento en la vida de todo ciudadano en que... está prohibido que los gobiernos inauguren cosas. Porque esa es la única diferencia en la vida real. El resto del tiempo nos siguen diciendo las mismas mentiras, sigue habiendo encuestas de voto todos los días y se siguen rapiñando apoyos en cualquier ocasión.
Bueno, miento, hay otras dos diferencias respecto a la vida normal. En primer lugar las calles están decoradas con carteles con las caras de los candidatos a los que debemos votar, según cada partido. Éstos carteles pasan tan inadvertidos que ya apenas los vemos.
En segundo lugar, nos llegan muchas más cartas de lo habitual al buzón de casa. La primera de ellas el padrón con nuestros datos y la urna en la que debemos depositar nuestro voto. Y más tarde todas las que nos dicen lo que debemos votar, con papeleta y todo, motivo por el cual redacto esta entrada.
Os he puesto un par de imágenes para comentar dos cosas que me han resultado curiosas. ¿Os habéis fijado el parecido del candidato del PSOE (ni pajolera idea de quién es ni cuál es su historia) a presidente de Castilla y León con Albert Ribera? Parece que el estilo así. de majete, ha calado en los presidenciables y ya no se distinguen unos de otros.
Por otro lado, me ha llamado poderosamente la atención que las papeletas del P(artido)P(odrido) no tenían las siglas en el sobre. Probablemente han conseguido el objetivo, que era que lo abriera antes de tirarlo a la basura pero ¿de verdad se avergüenzan tanto que nos se atreven a poner las siglas por fuera? No creo...
Todo esto me lleva a plantearme una pregunta, que me hago en todas las campañas, pero cada vez con más insistencia ¿de verdad es necesario todo esto? Si todos los estudios coinciden en que prácticamente nadie decide su voto durante la campaña, y mucho menos por los actos de la propia campaña. ¿Tenemos que seguir financiando este pozo sin fondo de dinero público que no sirve más que para gastar papel y llenar los contenedores (de reciclaje, espero)?
Teniendo en cuenta que en el colegio electoral están todas las papeletas disponibles ni siquiera debería estar permitido el envío de las mismas a los electores directamente, aunque solo fuera por una cuestión económica. Además, siempre he pensado que, en una democracia sana, nadie tendría la necesidad de esconder su voto porque votaría convencido, y por tanto, no debería llevar el sobre completo desde casa, algo que lleva al fraude de familias con el voto elegido por uno de sus miembros, al voto de personas que no tienen capacidad mental para decidir, bien por la edad o por una enfermedad, etc...
Nuestra democracia está enferma, y no lleva una dirección que nos permita decir que va a sanar. Más bien lo contrario. Yo la veo herida de muerte. Mientras sólo acudan a las urnas un 40-45% de los votantes (como mucho). Mientras les denieguen el voto a todos aquellos que se ha expulsado del país... Mientras no se persigan y castiguen todas las malas prácticas del sistema electoral, no seremos una sociedad democrática, seremos un rebaño, como mucho.
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