Hoy tocaba caminar, y se ha notado. Varios miembros del grupo ya arrastraban lesiones o cansancio acumulado de los días anteriores (nada grave) y al final hemos tenido que reducir la carga para este día, y en cualquier caso, nos hemos dado una buena jupa a andar.
Nos tocaba recorrer los puntos más importantes de Kioto, en principio el recorrido era desde el Pabellón Dorado hasta el Plateado, andando, pasando por todos los puntos de interés en el camino, y desde allí hasta cenar en el Gion, el barrio por donde se pasean las meikos. En principio las Geishas también, pero es imposible ver una.
Es por ello que empezamos el día acercándonos a la zona allende el Pabellón Dorado. Por allí se encuentra el jardín zen más conocido del mundo así que hicimos una obligada parada para meditar a su cobijo. Nota curiosa, se pronuncia 'chen' no 'cen'.
El jardín se encuentra dentro de un recinto con un gran lago y varias construcciones interesantes. Naturalmente, para visitarlo hay que descalzarse, ya que se encuentra a cubierto. Allí pudimos disfrutar también de unos dibujos preciosos que adornaban las paredes.
En el centro del lago se encontraba un templo cerrado al público, lo que era una pena porque, como veis, el lugar era muy curioso.
Desde allí ya nos encaminamos directamente al Pabellón Dorado. Este palacio de shogun, cubierto completamente de pan de oro es uno de los lugares más visitados y retratados de Kioto pero a mi puede que fuera uno de los sitios que menos disfruté. Es cierto que la construcción es increíble y muy bonita, pero se encontraba completamente atestado de turistas. Apenas había sitio para respirar.
Esto constituía un ambiente muy agobiante que no me dejó disfrutar del lugar como se merecía. En cualquier caso, naturalmente, las fotos, aunque sean de National Geographic, no le hacen honor y es mucho más espectacular en persona.
Desde allí emprendimos marcha hasta los jardines del Palacio Imperial de Kioto. Éste ya no constituye la residencia habitual del emperador, que se encuentra en Tokio, pero cuando tiene que ir a Kioto por algún motivo si que se aloja allí. Es como nuestro Palacio de Marivent, por ejemplo.
El trayecto hasta allí, aunque fuimos a "paso charro" ya que íbamos retrasados respecto a la planificación, fue, para mi, mucho más agradable y auténtico. Fuimos por calles que si que daban más aspecto de lo que yo esperaba que fuese Kioto. Lugares más de vida real, obviamente sin masificar.
El Palacio en si mismo sólo es visitable en momentos puntuales y concretos, y no coincidió que nuestras fechas fuesen esas. Y eso que Felipe y Leticia se encontraban por el país nipón, pero claro, nosotros no contamos con sangre azul xD. En cualquier caso, comimos y repusimos fuerzas en los enormes jardines y reestructuramos el resto de la tarde eliminando de las visitas el Pabellón Plateado, que es igual que el Dorado pero sin recubrimiento y además, Google nos dijo que estaba tan atestado como su hermano mayor.
Una vez decidida la nueva ruta nos encaminamos hacia Honnoji, que conmemora el seppuku forzado de Oda Nobunaga. Este templo es muy curioso ya que se encuentra en medio de un centro comercial, donde no esperas para nada que exista algo así.
Camino hacia Chion-ji, nos encontramos nuestro primer Book Off del viaje donde pudimos hacer el friki un ratillo y adquirir algún cartucho retro para la colección. Tras visitar Chion-ji bajamos por el parque Maruyama hacia el santuario Yasaka.
En el parque todo estaba ya listo para la celebración del hanami. De hecho, al día siguiente comenzaba el festival y ya había gente con mantas bajo las ramas de sakura esperando. Es cierto que los cerezos aún no habían florecido completamente pero ya se empezaban a ver las primeras flores. Al haber un festival, por supuesto, el parque estaba plagado de puestos de comida tradicional con los que reponer fuerzas.
Nuestro día iba a concluir de paseo por Gion, así que nos encaminamos hacia allí. El Pokemon Center de Kioto llamó poderosamente nuestra atención y no pudimos resistirnos a su llamada. Es cierto que eso hizo que viéramos la parte más comercial y, por tanto, occidental, de Gion, pero bueno, es lo que tocaba.
Cuando nos abastecimos de peluches y demás regalos empezamos a buscar sitio para cenar callejeando por el barrio. Tras varias vueltas por su pintoresco entorno, por desgracia sin ver ninguna meiko, terminamos eligiendo un sitio en el Pontocho, uno de los "sub-barrios" de Gion.
Lo cierto es que el sitio era "auténtico", en medio de una gran cantidad de lugares pensados más bien para occidentales elegimos el más oriental posible y lo cierto es que acertamos. Cenamos "hot pot" algunos y otros tempura, todo ello cocinado con mucho mimo.
Y desde allí, hasta aquí, en casa, a descansar y recoger que mañana nos toca trasladarnos a otra ciudad, no sin antes aprovechar el día en Kioto para ver lo que hemos dejado pendiente. Y ahora a dormir, que ya es hora!!
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