domingo, 17 de abril de 2011

¿Acaso pedía algo tan extravagante?

Hoy voy a hablaros de lo que yo quería en la vida. Yo nunca he sido una persona a la que le guste destacar, ni suelo tener delirios de grandeza. Soy, lo que se puede denominar un "Español muy muy raro" ya que en este, nuestro país, la gente es todo lo contrario, pero eso ya es otro tema del que no quiero hablar hoy, me ocuparía demasiado.
La cosa es que yo no le pedía demasiado a la vida (o al menos eso pensaba yo, debe ser más difícil conseguir lo que yo quería que ser multimillonario, podrido de poder, dinero, amor, salud y cualquier cosa que desees). Lo único que quería era alguien con quien compartir mis días, alguien afín a mi (al menos un poco) con quien divertirme de vez en cuando, que valorara mis opiniones, o al menos no las pusiera a un nivel menos que las del resto de la gente y que me quisiera, al menos un poquito... en definitiva alguien de quien cuidar y que me cuidara. Con ese alguien tener una familia, nada escandaloso, algún niñ@ (ni siquiera pido ya que no fueran problemáticos... me valía cualquier cosa) a quien enseñar/educar y de quien, esperaba, poder sentirme orgulloso alguna vez.
Un sitio dónde vivir, nada enorme, ni chalet, ni casa de campo con piscina, un piso me vale, ni grande ni axfisiante... Un sueldo para ganarme la vida, a ser posible de informático y sin tener que contestar al teléfono pero tampoco eran necesarias estas 2 cositas. Y el sueldo por supuesto... nada del otro mundo, lo suficiente para vivir con el mio y el de esa persona especial y así mantener a la familia. Si acaso que sobrara un poco para poder alimentar mis obsesiones con las consolas y demás colecciones pero eso también era accesorio.
Y ya como culmen de mis peticiones, cómo aspiración máxima que se mantuviera en el horizonte y no alcanzar nunca pero al menos que estuviera presente, tenía la idea de fundar una pequeña empresa con la que poder aportar algo al mundo (no necesariamente a la sociedad, la cual está sobrevalorada).
Pero bueno, Dios me libre de pensar cosas tan elevadas. Ya no las aspiraciones más altas, sino que se me niegan hasta las más humildes. Debo de ser una persona horrible, pero bueno, yo siempre pensé que no pedía tanto. Se conoce que pedía demasiado para alguien como yo.

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