lunes, 11 de abril de 2011

Cuando se envidia a los robots

Los robots... esas máquinas que buscamos que se parezcan lo más posible a nosotros para hacernos la vida más fácil. Ese planteamiento tiene un fallo, cuando más se parezcan a nosotros menos útiles nos van a ser.
Pero hoy no voy a entrar en ello. Hoy voy a entrar en algo que deberíamos envidiar a los robots o a cualquier máquina en general. NO TIENEN SENTIMIENTOS. Deberíamos ser más como ellos y menos "humanos", no tener sentimientos sólo tiene ventajas.
Los sentimientos sólo valen para sufrir, llorar, que duelan, que se rompan órganos vitales ya sea en sentido real o figurado ya que, aunque siguen funcionando el dolor es tan intenso que sería mejor que se pararan y todo se vuelva oscuro. En definitiva, no volver a sentir.
Los sentimientos son esa parte que no te puedes despegar de ti mismo, y mucho menos cuando los quieres mantener lejos. No te dejan hacer nada, no se les puede engañar ni convencer de nada, son ellos los que te convencen a ti. Los que te convencen, te mueven, te pesan, tiran de tu cuello hacia abajo no dejándote levantar cabeza. Te confunden y no te dejan actuar de la manera que sería la más correcta, te detienen en seco y hacen que nada de lo demás importe, que absolutamente nada importe...

1 comentario:

# Will dijo...

Pero si no tuvieras sentimientos no tendrías alicientes para actuar. La capacidad de sufrir es quizá la que te hace libre.
A lo mejor te gustaría leer el cuento corto El hombre bicentenario de Isaac Asimov, si no lo has hecho ya.