Aquella mañana estaba preciosa,
radiante cual supernova.
Sus ojos aguamarina
demostraban la inmensidad de su mirada
Su sinuosa silueta
invitaba a cualquier locura.
Ese rebelde mechón
negro como la noche
recorría su rostro
otorgándole cierto misterio.
Tan perfecta.
Nada hacía sospechar
que esa sería la última vez
que la vería.
Autor: Enrique Vázquez de Luis
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