Hoy tocaba despertarse pronto, desde nuestro retiro italiano para coger el tren que nos llevaría a Venecia, la ciudad de los canales. El trayecto desde Milán es un poco largo, en tren está a unas 2 horas y media, más o menos como de Madrid a Salamanca y el paisaje... también es equivalente. No diré que las vistas campestres no sean bonitas, pero no era un campo muy diferente al que podríamos encontrarnos en España xD.
Aún así el viaje no fue demasiado largo, yo me pasé la mitad del mismo leyendo a Alan Turing y la otra mitad mirando a las italianas, digoooo por la ventana. Si, eso es, por la ventana xDD. No, en serio, casi todo el tiempo lo dediqué a la planificación del famoso test. Tuvimos en el grupo un pequeño percance con las largas manos de alguno de los pasajeros que, por suerte, no fue excesivamente grave, pero si vais en tren por Italia, agarrad bien vuestras pertenencias.
La llevada a la estación de Santa Lucia, en Venecia, es espectacular. Agua a ambos lados, una vista preciosa de alguna de las pequeñas islas... Incluso pillamos un avión aterrizando que casi quería amerizar. Y la estación grandiosa, por supuesto.
Lo primero que hicimos fue ir a nuestro maravilloso albergue en la isla de la Guidecca, justo a orillas del canal, para lo cual tuvimos que coger el Vaporetto, el análogo del metro en Venecia. Por el camino pudimos disfrutar de las vistas en nuestro primer paseo por allí. Y poco después de dejar nuestro equipaje en consigna ya estábamos degustando unas pizzas auténticas y deliciosas.
A continuación fuimos a la plaza de San Marco, justo en frente, en donde se estaba celebrando la fiesta de la ciudad, a la par que una manifestación por la independencia. Y en medio de la manifestación, cuatro banderas catalanas.... Si es que siempre se tiene uno que dar cuenta de dónde hay españoles.
Desde ahí empezamos a callejear para perdernos por las recónditas calles de Venecia y es que, al principio estábamos rodeados de tiendas de lujo como Dior, Rolex... pero luego empezamos a recorrer las auténticas calles. Incluso visitamos las casas de Silvana y Mario, protagonistas del gran "Las Eternas".
Tras atravesar el Gran Canal por el Rialto (que, por desgracia, se encontraba en obras) empezamos a buscar y sitio para cenar, no sin antes encontrar las verdaderas tiendas de objetos tradicionales. Esas en las que el artesano está dentro fabricando sus productos, y no los puestos turísticos que lo inundaban todo.
Cenamos pasta, como no podía ser de otra manera, en un recogido restaurante. Y de postre un helado para descubrir la noche entre los canales. Volver "a casa" fue una auténtica aventura porque una cosa es aclararse con el Vaporetto diurno y otra muy distinta con el nocturno pero al final lo conseguimos. Y al llegar a nuestra habitación descubrimos el pequeño defecto del hotel, las fiestas nocturnas. Pero bueno, no molestó demasiado, todo hay que decirlo.
Mañana vuelta a España :(, habrá que exprimir cada momento. Ah, por cierto, no, no olía mal xD, que era una de mis principales preocupaciones.
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