Hoy he estado pensando en lo que le cuesta a la gente apreciar la complejidad de todas aquellas cosas que consideran sencillas. Es cierto que he llegado a estos pensamientos, pues como siempre, a través de cosas del trabajo. En concreto me encuentro con esta paradoja cada vez que tengo que explicarle a alguien lo complicado que es escoger un buen método para normalizar datos.
Ese es un proceso aparentemente sencillo ¿no? Solo hay que transformar tus datos iniciales de manera que puedan realizar comparativas con otros datos similares. O al menos eso es lo que cree la mayoría de la gente. En realidad existen tantas formas de transformar los datos, cada una con sus beneficios y sus perjuicios, que elegir un buen método suele conllevar muchísimo trabajo aparentemente inútil.
Pero bueno, sólo es un ejemplo para ilustrar el tema. Cada vez se extienden más los comentarios de "buah, eso es muy fácil" o "ya ves, ni que tuviera alguna dificultad" sobre casi cualquier actividad. Esto se debe al desconocimiento, obviamente, pero es algo que cada vez nos asola más y nos trae un grave problema: cada vez se valora menos el trabajo ajeno.
Por ello creo que es necesario que, antes de juzgar una actividad, tratemos de hacerla o, al menos, acercarnos un poco a ella y tratar de entender en qué se basa. Seguro que nos sorprenderemos con la cantidad de variables que hay que controlar, la cantidad de matices que hay que tener en cuenta y empezaremos a valorar un poquito más al que tenemos al lado.
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