Otro día que no se muy bien qué escribir o qué título poner. Iba a hablar de los fallos de Nintendo los últimos dos meses, o a rellenar alguna de las entradas pendiente, o a comentar cualquier tontería. Peor lo cierto es que no es lo que quiero expresar.
Claro que lo que pasa por mi cabeza no es fácil de escribir. No me salen las palabras, supongo que estoy algo desentrenado, o que he ido enterrando según qué cosas de una manera tan profunda que ahora ya no pueden ver la luz del sol.
Y no pueden ni siquiera para dejar constancia del sosiego en el que se han convertido. Ese poder que tiene el "cerrar un capítulo" por fin. Supongo que lo más correcto sería, más bien, decir algo como "cortar el ancla" o algo así.
Fue una liberación, perder un enorme lastre. Pero todo tiene un precio ¿no? En este caso el precio fue la propia magia, el color. La vida se ha vuelto más gris y plana, ha perdido matices y bastante de su interés. Pero, sobre todo, más fría.
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