Por fin han aceptado el cuarto artículo científico con mi nombre entre los autores. No se si el viernes quedó muy claro, me imagino que no ya que la entrada fue excesivamente críptica y lo fue a propósito. No quería que mi malestar en ese momento lo impregnara todo. En esta ocasión el artículo nos lo han aceptado en Open Biology, una revista online de reciente creación.
No tengo muy claro aún si os hablaré en profundidad de este artículo o me limitaré a compartir su enlace cuando esté disponible y es que, esta vez, el animal y el nombre le han venido que ni al pelo. Con este artículo he tenido... una relación demasiado "especial". Muy duradera y en muchos sentidos bastante traumática. Pero, como dije el viernes, hay algo que no me podrán quitar nunca, y es el hecho de haber sido el primero en verlo, eso es algo que si bien sólo sabré yo y alguna persona más de mi alrededor, es algo que siempre guardaré y que siempre me acompañará.
Me resulta muy triste el funcionamiento interno del mundo científico y, en este trabajo en concreto se ha puesto aún más, si cabe, de manifiesto. Pero no es algo que, desde mi posición actual, pueda cambiar. Lo único que puedo hacer es buscar consuelo de las mejores formas posibles.
¿Por qué dejar de una forma tan patente y pública mis pensamientos sobre este tema? Muy sencillo, porque llevo mucho tiempo sufriendo los estragos de este veneno y se que si queda guardado no hará más que crecer y crecer hasta que sea completamente incontenible.
Finalmente no quería terminar esta entrada sin dejar patente mi desconocimiento acerca de lo adecuado o no mi acto final en relación con esta historia. Lo único que se es que, de alguna manera, tenía que marcar un cierre y, por alguna razón inexplicable, veía necesario hacer lo que hice. Aunque lo hiciera tan terriblemente mal. En fin, espero que no vaya a más porque sólo quiero olvidarme lo más posible de todo lo que ha rodeado este artículo cuanto antes, aunque sólo sea por mi salud mental.
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